Desde el Centro de Atención Integral al Cocainómano (CAIC), siempre en equipo, intentamos que nuestros pacientes den los pasos necesarios para abandonar el consumo de sustancias a través del fundamental cambio de vida que ello requiere.
El inicio del consumo de cocaína no surge de forma abrupta. En general, los consumos iniciales de sustancias se producen en los primeros años de la edad adulta o en la adolescencia a través de sustancias legales en un intento de igualarse con el grupo, como experimentación o por búsqueda de nuevas sensaciones. De forma más o menos esporádica se asocia el consumo de otras sustancias que al principio no suelen suscitar mayor problema en la vida cotidiana pero que, en un momento dado, comienzan a centrar la vida del consumidor, sin que se haya podido frenar a tiempo y afectan a su conducta, su personalidad, con las consecuencias familiares, sociales e incluso legales que ello conlleva y que terminan por truncar su proyecto vital.
Los pacientes que llegan a nuestra unidad apenas son conscientes de tal pérdida y aceptan el ingreso programado desde su CAID/CAD de referencia empujados por el entorno, por los problemas y a veces por la sensación de haber tocado fondo.
Normalmente acuden asustados, no saben qué se van a encontrar, con los prejuicios y señalamientos de una sociedad que convive con el consumo de sustancias pero que mira para otro lado cuando surgen los problemas derivados del mantenimiento de dicho consumo.
A través de terapias diarias, multidisciplinares y programadas, nuestra unidad es testigo en primera línea de los cambios que experimentan, de cómo el entorno comienza a adaptarse a dichos cambios, y de cómo el entorno se reencuentra con la persona que es realmente su hijo, hermano, pareja, amigo…
A veces la labor inicial y fundamental en el proceso es que el entorno del paciente y él mismo pueda comenzar a ver este cambio desde la libertad. Libertad para iniciar una vida sin ataduras, sin dependencias, sujeto a recomendaciones terapéuticas que les protegen, que dotan de estructura su camino hacia la abstinencia, con el objetivo de un desarrollo global como personas con un problema crónico pero dotado de herramientas para sobrellevarlo y poder realizar una vida normalizada. En este trastorno la curación equivale al mantenimiento de la abstinencia y esto no depende de la fuerza de voluntad ni es un proceso pasivo, es una forma de vivir.
Quería aprovechar esta ocasión para agradecer a mis pacientes el permiso de asomarse a sus vidas y a las vidas de sus familias con el privilegio de ser espectador del proceso tan complejo del cambio que inician en nuestra unidad.
Dra. María José García Barquero. Psiquiatra del CAIC.