Llega a mis manos un libro titulado Medicina centrada en el paciente. Se presenta en una sesión interesante, donde varios representantes de diferentes ámbitos sanitarios (atención primaria, especializada, sistema público y privado, y también del docente) debaten sobre la necesidad de volver a centrar al paciente en nuestro trabajo diario.
Esta reflexión se plantea como reivindicación de algo que dábamos por hecho: que los sanitarios y, más concretamente, los médicos nos debemos a la persona que necesita nuestra ayuda. Una de las principales conclusiones da alguna pista: la Medicina centrada en el paciente no solo involucra al médico y al paciente, sino que supone un reto extraordinario, en el que tienen que colaborar todos los agentes del sistema sanitario, esto es, pacientes, profesionales sanitarios, políticos, gestores, investigadores y reguladores, entre otros.
La primera pregunta que surge es: ¿Es que no siempre ha sido así? Lo siguiente que pasa por la cabeza es: ¿Cuántas veces, en los últimos años, hemos escuchado lo de que debemos humanizar la asistencia? ¿Cuántas jornadas y encuentros, de todos los ámbitos, se han citado en los últimos tiempos con el tema de la necesidad de colocar al paciente en el centro del sistema sanitario? Hasta se han elaborado planes de humanización en varias comunidades autónomas. ¿Por qué?
Si en tantas ocasiones se ha hecho, tal vez no sea una de esas modas, temporadas en las que solo se habla de un tema (la calidad, la seguridad del paciente, los procesos, la Medicina basada en la evidencia, la Medicina personalizada, etc.). Las conclusiones en diferentes debates apuntan a que, con la estructura actual del sistema sanitario, el ejercicio de la Medicina no está centrado en el paciente, entendido como la persona que además de sufrir una enfermedad tiene unas circunstancias, valores o creencias individuales, sino en las enfermedades. En este caso, la sola duda que se plantea es, con mucho, preocupante.
Si decidimos que hemos perdido el norte en nuestra vocación y que priorizamos antes otras cosas que la dedicación y el objetivo primero, el paciente, estamos admitiendo que lo que en un principio nos empujó a formarnos como médicos no eran las personas. ¿No habremos pervertido el fin primario de la profesión médica, priorizando cuestiones secundarias e intereses subjetivos, aunque legítimos? Me resisto a pensar que sea así, aun admitiendo que haya una minoría de profesionales que no se iniciaron por vocación, sino por otros motivos.
El reto que se nos presenta es ambicioso: equilibrar la ciencia y evidencia de la Medicina con el arte médico de tratar a la persona.
Pero regresando a la primera conclusión, esto no solo nos toca a los médicos y profesionales sanitarios. Deben implicarse los pacientes (muy buena iniciativa la reciente de mi colega Julio Zarco en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, con la creación de un Comité de Pacientes) y las familias, sobre todo en la cronicidad, en la vejez y en los más vulnerables. También debemos hacerlo los gestores, en el ámbito de la sanidad pública y privada, y en la docencia. Además, sería deseable que se lo creyesen los políticos, porque la salud, cuando se pierde, cuando enfermamos, no debe entender de posicionamientos ideológicos; debería ser prioridad indiscutible.
Por suerte, en nuestra organización contamos con un Modelo de Atención perfectamente definido. El modelo de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios sitúa en el centro, como núcleo del mismo, el respeto a la dignidad de la persona, considerando este valor como de carácter universal, e incorpora los elementos de gestión necesarios para su desarrollo.
No existen varios modelos de atención dependiendo del área de intervención a la que se le adjudique, de las personas que lo administren o, incluso, de la persona asistida. Es único y se basa en la integralidad de la atención, desde los aspectos sanitarios clínicos y de cuidados, a las necesidades sociales y espirituales. Hacemos atención centrada en la persona asistida.
Elvira Conde
Directora gerente de la Clínica Nuestra Señora de La Paz y del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos