Estamos en una sociedad que puede llegar a generar rasgos paranoides, y tiende a pensar y decir que la culpa la tiene el otro. En esta nuestra sociedad, buscamos siempre culpables, para quitarnos los fracasos y los muertos de encima. ¡Nunca menos oportuna nuestra situación actual!
Los que nos dedicamos a profesiones sociosanitarias habremos de aprender que nosotros no tenemos la culpa ni reponsabilidad por el hecho que aparezcan virus, enfermedades, elementos agresivos… y muchos de ellos fruto de los malos hábitos higiénicos y de salud de la población.
Es de admirar la agudeza que manifiesta El Roto en sus diseños, pero nos llamó la atención en la fecha del 22.04.2020 cuando presentaba un virus cualquiera que con cara de “cabreo y envidia” exclamaba: ¡Todos los muertos se le atribuyen al dichoso coronavirus! ¿Es que los demás no matamos? (Cf. El País digital).
Parece que ya nos va quedando algo claro que ha habido muchos difuntos en estas fechas, aunque la disminución es notable y la presión asistencial también, pero no está tan clara la causa del fallecimiento: porque aunque sí podemos afirmar que durante el año 2019 han muerto muchos de gripe, también nos atrevemos a afirmar que los de estos días del 2020, no son todos muertos POR coronavirus, sino CON coronavirus, en muchos casos… Las diferencias de las curvas de un año a otro es notoria.
Y de estas muertes estamos buscando culpables, y quienes han estado o hemos acompañado a personas enfermas o familiares que han pasado por esta situación, en algunos momentos bajos, nos culpabilizamos de no haber sabido o podido hacer más de lo que hemos hecho: pensemos en médicos, enfermeros, auxiliares, psicólogos, agentes de pastoral,… Incluso hay muchos desaprensivos que culpabilizan al sistema de Salud, incluso a los profesionales sanitarios y asistenciales, de no saber actuar y prevenir. Estamos favoreciendo que la responsabilización sea cada vez más sinónimo de auto-culpabilización.
Miremos en positivo Las relaciones (positivo vs. negativo), (lado oscuro vs. lado brillante) no tienen por qué ser diametralmente opuestas, sino que pueden estar conectadas íntimamente.
La idea de buena vida, no implica solo cultivar la gratitud u otras fortalezas del carácter, desarrollar optimismo o tener experiencias de plenitud, sino que también tiene que ver con el afrontamiento positivo mediante el tratamiento de la culpa, el disgusto o la envidia, aceptando estas emociones pero comprometiéndose, a seguir teniendo metas congruentes con los propios valores para tener una vida plena y con significado.
Caminar en positivo implica: hacer un mayor uso de la motivación intrínseca, afecto positivo y la creatividad; mejora de la psicoterapia mediante el desarrollo del enfoque que hace hincapié en la esperanza, significado y auto-curación; mejora de la vida familiar por una comprensión de las dinámicas del amor y el compromiso; mejora de la satisfacción del trabajo por ayudar a las personas a encontrar gratificaciones auténticas en el mismo y a realizar buenas aportaciones; mejorar las organizaciones y la sociedad descubriendo qué condiciones aumentan la confianza, la comunicación y el altruismo de las personas.
Todos somos conscientes que las situaciones que vivimos diariamente tienen diferentes lados, caras. Aunque seguramente no todos somos conscientes de cómo realmente son todos esos lados. Normalmente nos quedamos con el lado bueno y el lado malo. En función de cada uno y de la actividad, daremos más peso a uno o a otro. Aunque es bastante habitual tratar de eliminar el lado malo.
Admitimos diversidad de versiones o rostros. Seguramente tanto buenos como malos, aunque seguramente el etiquetarlos sea el primer error que muchos cometemos. Pero, en toda situación, hay algo de positivo. El cubo tiene seis caras, suele apoyarse en la inferior, por lo tanto es preciso saber aceptar la base del cubo, aunque no se vea como las otras. Pensar en positivo es aceptarse y aceptar. Pensar en positivo es ser hospitalarios y poseedores de una gran dosis de humanización.
A propósito de la enfermedad Covid-19 -cuyo comportamiento puede estar incluido dentro de teoría matemática del caos-, no debemos olvidar que, si la humanidad surgió por su cuenta, a partir de una serie acumulada de acontecimientos durante la evolución, sigue inmersa en este proceso hasta su fin, si llega a suceder. Nuestro destino terrestre está sellado y no hay, ni habrá, nada que podamos hacer al respecto. La supervivencia de nuestra especie será, si acaso es posible, viajar a destinos planetarios muy alejados, dentro de unos 2.000 millones de años… ¡Parece lejano para preocuparnos!
Según este enfoque que se nos antoja pesimista y poco práctico, no estamos predestinados a alcanzar ninguna meta, ni tampoco podemos responsabilizarnos de cualquier poder que no sea el nuestro. Sólo la comprensión de nosotros mismos, nos salvará. No se nos concederá una segunda oportunidad. Éste es el único planeta que tenemos para vivir; y éste es el único enigma que debemos descifrar: aprender a vivir, encontrar el sentido de nuestra propia vida (Cf. Wilson, E.O. (2016). El sentido de la existencia humana. Barcelona: Gedisa).
Por lo tanto, pensar en positivo ayuda a conocerse mejor a sí mismo y a progresar en la dedicación a los demás en sus vulnerabilidades y limitaciones, empezando por las propias. Y esta es nuestra tarea única y esencial.
Calixto Plumed O.H.
Consejero Delegado Clínica Nuestra Señora de La Paz (Madrid)