Este fin de semana se nos plantea una cuestión ¿Qué hacemos? Resolver esta duda, puede parecer a priori muy sencilla. ¿Qué pasa si no sé emplear mi tiempo de ocio más allá de esperar, de factores externos que me entretengan y dispongan de mi voluntad para divertirme? En la mayoría de las ocasiones, nos quedamos sin ejecutar un plan por miedo a hacerlo solos. En otras, nos mostramos perezosos y nos adherimos a los planes de los demás porque es menos costoso (no hay que pensar). Pero…. ¿realmente me satisface lo que hago en mi tiempo libre?
Partamos de la premisa de que ocio es aquello que nos proporciona Diversión, Descanso y/o Desarrollo, practicado individual o colectivamente. De esta manera, podremos ir desgranando lo que para nosotras, como educadoras sociales, significa la intervención en un ocio saludable.
Si nos referimos a descanso, no sólo nos referimos a relajar el cuerpo y “tirarte en el sillón” al llegar a casa. Descansar la mente, descargándola de estrés, es un pilar fundamental del ocio.
Se debe encontrar actividades que faciliten amortiguar las emociones negativas, ayudando a canalizar todo el torrente de energía crispada que podemos acumular a lo largo del día. Salir a correr, reír con un grupo de amigos, desconectar con la música o la lectura, son una pequeña muestra de propuestas de ocio a nuestro alcance.
Se necesita un tiempo para ir trabajando la motivación en retomar las cosas sencillas y divertidas de la vida. Si se está acostumbrado a encontrar la diversión en formato artificial (efectos de la sustancia) y a través de actividades enlatadas (ocio estandarizado y consumista) lleva tiempo descubrir el placer con actividades al aire libre, en solitario o en presencia de otros, donde los efectos del disfrute no sean efímeros e inmediatos.
Cuando indagamos sobre nuestras preferencias o motivaciones no estamos haciendo otra cosa que desarrollarnos. Las aficiones, la adquisición de conocimientos nuevos provocados por nuestra propia curiosidad, la satisfacción de poder implementar los conocimientos adquiridos libres de cualquier obligación por aplicarlos, proporcionan el empuje necesario para que de nuevo, volvamos a indagar y seguir adquiriendo conocimiento continuamente.
De esta manera, se está trabajando la motivación intrínseca, base de una estructura sólida, donde contrarrestar las dificultades que entrañan las renuncias y el esfuerzo de iniciar un nuevo estilo de vida. Apostamos por esta metodología que nos proporciona el ocio como la mejor de las intervenciones.
Lidia Cortés y Silvia Uceta. Educadoras sociales.
Al igual que existe una educación para el trabajo, debe existir una educación para el ocio.