No siempre los avances en medicina consisten en nuevos medicamentos, avanzar es también entender mejor las causas de las enfermedades y cómo prevenirlas. En el trastorno bipolar, nos estamos dando cuenta como la luz ambiental es un factor desencadenante y también una posible vía de tratamiento.
El trastorno bipolar es una enfermedad que se caracteriza por crisis de hiperactividad o irritabilidad (episodios maníacos) que se alternan con episodios de depresión. Ya los antiguos griegos sabían que las estaciones del año influían en tener depresiones y episodios maníacos. Pero ahora hemos descubierto el por qué: no es la humedad, el viento ni la temperatura, tampoco la coincidencia con fechas especiales como las navidades o la vuelta de vacaciones. Es la luz.
En el trastorno bipolar y otros trastornos afectivos, muchas veces aparece la estacionalidad, es decir, las crisis aparecen en épocas o meses concretos. Los episodios maníacos son más frecuentes al final de la primavera y en verano, mientras que las depresiones aumentan en el inicio del invierno. Sabemos además que la hormona melatonina (que sirve para regular el ciclo noche/día), el hipotálamo, algunas células de la retina y los genes que regulan el reloj biológico están alteradas en el trastorno bipolar. Todos estos datos no hacen más que subrayar la importancia que tiene la luz en el mecanismo de la enfermedad y las posibilidades que ofrece como terapia.
Hay pacientes que pueden mejorar exponiéndose a una luz potente en determinadas horas del día. En una investigación se comprobó como los pacientes con trastorno bipolar ingresados en habitaciones orientadas hacia el este (las que recibían el sol por la mañana) tenían ingresos más cortos que los pacientes ingresados en habitaciones orientadas al oeste. Por otra parte, la exposición a pantallas de aparatos electrónicos en horario nocturno puede facilitar la aparición de crisis en algunas personas.
Es por esto que algunos científicos apuntan que una de las causas de que el trastorno bipolar sea una enfermedad tan frecuente hoy en día se deba a que vivimos en una sociedad en el que pasamos horas mirando a pantallas de teléfonos u ordenadores, un mundo en el que gracias a la luz artificial, las noches pueden ser más luminosas que los días.
Mantener los horarios, medir la actividad durante el día, programar adecuadamente los viajes de larga distancia o tener un estricto control del sueño, son consejos sencillos que contribuyen a una mayor estabilidad afectiva. Si tiene trastorno bipolar, hable con su médico acerca de la exposición a la luz y de cómo sencillos cambios en los hábitos pueden mejorar su salud.