Triste fuma un cigarro en la sala de fumadores, en un rincón y apoyado en la ventana mira al infinito perdido en sus pensamientos. Es su primer día, en un sitio extraño con 25 personas más. Se mezclan en su interior varias sensaciones, huir, quedarse, saber que es la oportunidad de hacer algo para cambiar su vida, pensar que en el fondo a lo mejor no está mal, luchar contra su destino y hacer las cosas bien. Pena de aquello que ha infringido a los suyos, culpabilidad, la cabeza es un batiburrillo de pensamientos contradictorios. Tiene miedo, pero ya ha dado el paso y no va a desandar lo andado.
Poco a poco va conociendo a sus compañeros, personas que están peor y que están mejor que él. Alguna le cae muy simpática e incluso le comprende, no se siente ya como un bicho raro, es más hace tiempo que no se sentía tan bien. Se va haciendo con las estrictas normas de la planta, que aunque alguna le parece difícil de entender el equipo le ayuda a cumplirlas. Es importante el apoyo recibido por esas personas que van con bata blanca. El trato de persona a persona, la mirada limpia y la confianza que van depositando en él. No tiene que ocultarse, puede ser él mismo, tan solo ha de trabajar y corregir aquello que le impide llevar una vida normal. No es tan fácil pues en ocasiones ha de abrirse en canal y sacar todo lo que le ha impedido, enfrentarse a sus actos, a sus decisiones, a sus miedos. Sentir angustia y alivio. El ingreso es tan difícil como satisfactorio, pues el día que se puede reunir con su gente, el día en que disfruta de una comida familiar armoniosa en la que ve que ha controlado sus impulsos y ha sabido vencer un obstáculo, se da cuenta del poder que tiene para quitar las piedras que impiden su camino.
Ingresar es una decisión importante para un paciente, el acabar el tratamiento de forma satisfactoria depende de él y el que encuentre apoyo, ayuda y profesionalidad depende de las batas blancas, que en ello se dejan la piel. Un tratamiento exitoso es aquel en el que el profesional y el paciente trabajan duramente y en conjunto. El resultado es transformar un vida desecha en una vida completa, con sus altos y bajos como la de cualquiera.
Laura Martínez, animadora sociocultural de la Clínica Nuestra Señora de La Paz